Qué son los probióticos?
Actualizado: 26 ago 2022

Los probióticos han sido definidos por la Organización Mundial de la Salud como microorganismos que al ser administrados vivos y en cantidades adecuadas generan un efecto benéfico para la salud. Esta definición, así de sencilla como se ve tiene varias implicancias que son importantes a la hora de analizar la oferta de probióticos que hay en el mercado. La primera es que los microorganismos deben estar vivos. Esto es fundamental, porque sino lo están sus propiedades saludables se reducen mucho o desaparecen. ¿Cómo saber si están vivos? Bueno, esta es una pregunta interesante. Lo cierto que ninguno de nosotros tiene en su casa un laboratorio microbiológico con los insumos necesarios para realizar un recuento de bacterias. La única alternativa que tenemos es confiar en la empresa o la persona que nos está dando el probiótico. Las empresas tienen controles estrictos sobre sus productos y aseguran que durante su vida útil (es decir hasta el vencimiento) la cantidad de probióticos en el producto son las necesarias para que cumplan su efecto. En cambio, pequeños productores “artesanales” no suelen ser tan rigurosos y es muy común que los organismos probióticos lleguen muertos o en muy bajas cantidades al momento en que los vamos a consumir. Esto nos lleva al segundo punto de la definición, cuál es la cantidad adecuada que debe recibir una persona para que el probiótico tenga un efecto benéfico. Aquí hay un asterisco muy importante. Lo probióticos NO SON todos iguales. Un microorganismo para ser considerado probiótico debe tener una serie de trabajos científicos publicados que demuestren sin lugar a dudas su efecto benéfico. En estos trabajos, además, deben estar indicadas las cantidades de probióticos que se utilizaron para alcanzar ese efecto. Estas son las cantidades que las empresas deben poner es sus productos para cumplir con el segundo punto de la definición. Por último, ¿Dónde encontramos probióticos que cumplan con esta definición? En general hay dos lugares fundamentales: en productos frescos presentes en las góndolas de los supermercados o en preparaciones farmaceúticas en forma de cápsulas. Algunos ejemplos de probióticos que podemos encontrar en el mercado son: yogures con probióticos (en general llevan lactobacilos o bifidobacterias con propiedades probióticas) y cápsulas que contienen levaduras como Saccharomices boulardii o algunas mezclas de bacterias que por lo general incluyen una variedad de lactobacilos y otras bacterias lácticas. En algunos países también encontramos jugos con probióticos y algunas fórmulas pediátricas suplementadas con lactobacilos probióticos. Es importante aclarar que en la Argentina para denominar como probiótico a un producto se debe contar con la aprobación de la actividad regulatoria (ANMAT), a quien se le debe entregar una monografía del probiótico con los trabajos científicos que abalan su efecto.