Neurobióticos ¿probióticos para el tratamiento de la depresión?

Entre las muchas funciones que se conocen de la microbiota intestinal hay una en particular que es especialmente interesante: su capacidad de afectar nuestro cerebro.
Un estudio sobre dos grandes grupos poblacionales publicado en la prestigiosa Nature Microbiology da cuenta de la ausencia de algunas especies de bacterias en la microbiota de las personas con depresión.
Si bien no está del todo claro si esta ausencia es causa o efecto del transtorno, sí queda claro que el vínculo entre el microbioma intestinal y la salud psíquica existe.
Los autores de este trabajo han demostrado también como muchas de las bacterias intestinales son capaces de producir sustancias que afectan las funciones nerviosas y, probablemente, alteran el estado de ánimo.
Varios estudios en modelos animales han indicado que los microorganismos intestinales pueden afectar el comportamiento, y algunos pequeños estudios en humanos sugieren que este ecosistema microbiano se ve alterado en la depresión. Para probar el vínculo en un grupo más grande, el equipo del Jeroen Raes, microbiólogo de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, estudió más de 1000 individuos que habían sido reclutados para investigar y describir el “microbioma normal”. Algunos del grupo -173 en total- habían sido diagnosticados con depresión o habían obtenido muy bajas puntuaciones en cuestionarios para evaluar la calidad de vida. Los investigadores compararon sus microbiomas con los de los otros participantes. Dos tipos de microorganismos, Coprococcus y Dialister, no se encontraban en los microbiomas de los sujetos deprimidos, pero sí en aquellos con una buena calidad de vida. El hallazgo fue consistente aun cuando los investigadores excluyeron estadísticamente factores como la edad, el sexo o el uso de antidepresivos, todos los cuales influyen en el microbioma. También encontraron que las personas deprimidas tenían un aumento en las bacterias asociadas con el desarrollo de la enfermedad de Crohn, lo que sugiere que la inflamación puede estar asociada a la patología neurológica.
Los estudios sobre el microbioma en una población a menudo no se repiten en otra. Pero cuando el equipo analizó los datos de otro grupo -1064 holandeses cuyos microbiomas también habían sido muestreados- encontraron que faltaban las mismas dos especies entre los que estaban deprimidos, y también faltaban en siete sujetos que sufrían de depresión clínica severa. Los datos no prueban causalidad pero son observaciones en grupos independientes lo cual los hace muy valiosos.
Buscando algo que pudiera relacionar estos microorganismos con el estado de ánimo, los investigadores recopilaron una lista de 56 sustancias importantes para el funcionamiento adecuado del sistema nervioso que las bacterias intestinales producen o descomponen. Encontraron, por ejemplo, que Coprococcus parece tener una vía metabólica relacionada con la dopamina, una señal cerebral clave involucrada en la depresión, aunque no tienen evidencia de cómo esto podría proteger contra la depresión. El mismo microorganismo también produce una sustancia antiinflamatoria llamada butirato, y es sabido que el aumento de la inflamación está implicado en trastornos neurológicos.
Vincular la ausencia de la bacteria a la depresión “tiene sentido fisiológicamente”. Aún así, no se sabe cómo los compuestos microbianos que se producen en el intestino pueden influir en el cerebro. Un posible canal es el nervio vago, que conecta ambos órganos.
Comprender el funcionamiento del eje microbioma-cerebro sería de gran importancia para poder explorar nuevos enfoques terapeúticos tanto de trastornos neurológicos como intestinales.
De hecho, algunos estudios ya están explorando los probióticos tradicionales para el tratamiento de la depresión, aunque no incluyen los microorganismos intestinales identificados en este nuevo estudio. El neurocientífico clínico André Schmidt de la Universidad de Basilea ha iniciado un ensayo clínico en el que su equipo está evaluando la salud mental y la microbiota de 40 personas deprimidas antes y después de recibir un único trasplante de materia fecal.
Sin dudas, el vertiginoso avance de las técnicas que nos permiten conocer en detalle la composición de la microbiota está aportando valiosísima información acerca de la relación entre diferentes condiciones clínicas y el tipo de bacterias que conforman el ecosistema intestinal de las personas que las padecen.
Así como hace un tiempo comenzamos a hablar de oncobióticos cuando descubrimos que ciertas bacterias intestinales se asocian a mejor o peor pronóstico en la respuesta a tratamiento del cáncer, hoy podemos hablar de neurobióticos y preguntarnos si acaso estaremos presenciando el surgimiento de un nuevo tipo de probiótico capaz de ayudar en el tratamiento de trastornos neurológicos como la depresión o el autismo.
El presente artículo es una traducción y adaptación de: Evidence mounts that gut bacteria can influence mood, prevent depression. By Elizabeth Pennisi. Feb. 4, 2019. https://www.sciencemag.org/news/2019/02/evidence-mounts-gut-bacteria-can-influence-mood-prevent-depression
La publicación original del trabajo referido en este artículo es: The neuroactive potential of the human gut microbiota in quality of life and depression. Valles-Colomer M, Falony G, Darzi Y, Tigchelaar EF, Wang J, Tito RY, Schiweck C, Kurilshikov A, Joossens M, Wijmenga C, Claes S, Van Oudenhove L, Zhernakova A, Vieira-Silva S, Raes J. Nat Microbiol. 2019 Feb 4. doi: 10.1038/s41564–018–0337-x