Migración y “occidentalización” del microbioma

La migración desde una zona rural “no occidentalizada” hacia los Estados Unidos se asocia a la pérdida en la biodiversidad del microbioma intestinal y puede predisponer al desarrollo de enfermedades metabólicas
Sabemos desde hace algún tiempo que la dieta y el entorno geográfico son dos de los principales determinantes de la composición y el funcionamiento de la microbiota intestinal.
Las poblaciones rurales indígenas tienen un microbioma con una gran biodiversidad incluyendo algunos géneros bacterianos no encontrados en otras poblaciones. La ausencia de estas bacterias podría ser fundamental a la hora de intentar comprender la prevalencia de enfermedades crónicas y la obesidad en el mundo occidental.
Estudios epidemiológicos han mostrado que los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos provenientes de zonas “no occidentalizadas” aumentan significativamente su riesgo de sufrir obesidad y otras enfermedades crónicas en comparación con aquellos individuos de su misma etnia que permanecen en su lugar de origen. En algunos grupos se ha observado un aumento de hasta 4 veces en el riesgo de sufrir obesidad. Este fenómeno no se explica en su totalidad por el cambio en la alimentación.
El microbioma intestinal tiene un rol muy importante en el metabolismo y se ve fuertemente influenciado por la dieta a largo plazo aunque también puede sufrir importantes alteraciones por modificaciones repentinas en los patrones alimentarios.
Para estudiar estos fenómenos y su impacto en la salud y el metabolismo un grupo de investigadores liderados por el Doctor Dan Knights de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos analizó una cohorte de individuos pertenecientes a dos etnias del sudeste asiático, los Hmong y los Karen, quienes por razones socio-políticas se han visto forzados a lo largo de los años a emigrar hacia los Estados Unidos.
El grupo de individuos migrantes contaba con personas cuyo tiempo de residencia en los Estados Unidos iba desde unos pocos días hasta más de 40 años. Además el estudio contó con un seguimiento longitudinal durante 9 meses de individuos recientemente llegados para poder estudiar la cinética del cambio en la composición de su microbioma.
Los hallazgos más importantes realizados fueron los siguientes:
La inmigración a Estados Unidos está asociada con la pérdida de diversidad de microbios intestinales
Los inmigrantes pierden enzimas bacterianas asociadas con la degradación de las fibras vegetales, probablemente presentes en cepas de Prevotella
Las cepas de Bacteroides (característica de la microbiota “occidental”) desplazan a las cepas de Prevotella (género “no occidental”) y este fenómeno se acentúa cuanto mayor es el tiempo transcurrido desde la migración.
La pérdida de diversidad aumenta con la obesidad y se agrava a través de las generaciones
Los cambios en el patrón dietario explican sólo en parte (alrededor del 16%) el cambio en la composición de la microbiota.
Los cambios significativos en la composición de la microbiota comienzan entre los 6 y los 9 meses posteriores a la migración.
Este estudio por primera vez analiza en detalle la dinámica del cambio en la microbiota de individuos provenientes de regiones rurales donde la occidentalización alimentaria aún no llegó. En poco tiempo su microbiota se ve alterada haciéndolos más susceptibles a desarrollar enfermedades metabólicas y obesidad.
Finalmente, sorprende encontrar tan baja correlación entre el cambio en el patrón alimentario y los cambios en el microbioma, sin embargo es interesante reflexionar acerca de otros factores que afectan la microbiota y que no fueron analizados en este estudio, tales como la calidad del agua, el uso de antibióticos u otros medicamentos, la presencia de conservantes y otros aditivos en los alimentos consumidos, las condiciones higiénicas generales en EEUU respecto de los lugares de origen de los individuos, los tratamientos con antiparasitarios, el contacto con animales de cría, el lavado de frutas y verduras, el nivel de stress, etc., recordándonos la vieja y querida “Teoría Higiénica”.
El trabajo de investigación al que se refiere el artículo ha sido publicado en la revista Cell el 1 de noviembre de 2018 : Vangay et al., 2018, Cell 175, 962–972. November 1, 2018. https://doi.org/10.1016/j.cell.2018.10.029